El encuentro con Jesús (4)
Llena de dudas y después de hacer un verdadero "tour" en diferentes sectas, grupos religiosos y filosóficos de su ciudad decide por fin profundizar también, en la Iglesia católica. Nos cuenta que entraba a la misa y observaba a la gente, miraba la cruz y le preguntaba a Cristo: ¿es verdad que has muerto por mí?, ¿para qué?, ¿Qué sentido tiene?. Se quedaba muchas horas mirando esa cruz. El cuidador de la Iglesia ya la conocía y le enseñó cómo entrar a la catedral de su ciudad en los horarios en que la Iglesia estaba cerrada, este hombre se llamana Don Clorito. Gracias a esa complicidad entre los dos Glenda podía estar sóla en la Catedral desahogando sus dudas y preguntas. El deseo de encontrar a Dios quemaba más su corazón, era cada vez más fuerte: a más dudas, más deseo de encontrarle.. y seguía leyendo la Biblia... En una de esas tardes de lectura bíblica, nos cuenta Glenda que, sin hacer nada, la presencia de Dios se impuso, se hizo tan patente que ella no sabía cómo reaccionar, nos cuenta que optó por no moverse, pues pensaba que si se movía dejaría de experimentarla. La presencia Divina inundó su corazón de amor y de paz y por primera vez, nos dice: "entendí lo que estaba leyendo, pero lo entendí no sólo con la cabeza, sino con el corazón". El texto que Glenda estaba leyendo cuando tuvo esta experiencia es el Evangelio de San Juan, capítulo 3, versículo 16: "tanto amó Dios al mundo que le entregó a su único Hijo para que todo aquel que crea en Él tenga vida eterna". Después de esta experiencia, nos dice que comenzó a comunicarla a sus amigos y compañeros de liceo, porque deseaba de corazón que todo el mundo pudiese experimentar y gozar de Dios.